Etiquetas

Marca personal

Falta de tiempo, un horario horrible, agotamiento tras muchas horas fuera de casa;  todas admisibles y todas mal utilizadas como cepo para cualquier acción emprendedora.

Por suerte existen varias actividades que me gustan, pero ante el temor de no destacar en ninguna, utilizo toda la artillería de excusas admisibles.  En realidad no convenzo a nadie, sólo pretendo justificar mi poca constancia y algo de vagancia.

Al otro, a quien se lo cuento, le queda la imagen una pobre desgraciada y pensará que soy una frustrada por no poder realizar una actividad que me guste, además de boba, puesto que siempre se encuentra tiempo para algo bonito y motivador.

Estas certezas me llevan a reflexionar sobre el motivo de ese miedo a fracasar, sobre todo cuando en realidad no tengo que pasar ninguna prueba, no preciso aprobar un examen.  Es tal el afán de superación que, aun no siendo pedante y manteniendo una actitud cordial con la sociedad, desarrollo esa competitividad que me exige tanto y que me priva de otras tantas cosas.

Siempre llego a la conclusión de la importancia que tiene la influencia de nuestros primeros años, de la infancia y de cómo la hayamos vivido, para el correcto desarrollo como adultos.  Cada caso es un mundo; mi mundo se formó partiendo de un montón de inseguridades, deslealtades, inmadurez y dejadez; yo creo que de ahí viene mi afán de superación.  Tengo tan presentes las imperfecciones de mis padres, tan marcadas sus consecuencias, que seguramente intento evitar cualquier parecido.