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De nuevo adios

Esa cara triste, esa mirada huidiza, esas cuencas oscuras bajo los ojos, lo dicen todo.

Otra vez lejos, al esfuerzo, a la falta de horas en el día, al cansancio, al descontento con lo establecido, en resumen, vuelta a la realidad cotidiana.  Ciertamente dentro de unos meses esa cotidianidad cambiará, aunque no sepamos en qué forma.

Supongo que pesa más la incertidumbre del después.  Hay personas que necesitan tener bajo control el medio plazo, otras, quizá más inteligentes y economizadoras de recursos, sólo necesitan tener claro el corto plazo.

Es dura la vida.  La lucha por avanzar -aunque sea unos centímetros- y a veces, de repente, la ola resacosa que llega y retarda por detrás de lo recorrido.  Deseo sinceramente que se logre el reto, que la satisfacción y tranquilidad vengan a compensar todo este esfuerzo y entereza.
Es dolorosa la despedida, la emoción contenida como gentileza hacia quien ha de irse.  Llevo días pensando en que este momento llegaría, preparándome.

Mi tristeza se bifurca, los sentimientos son dispares; puedo ver el caparazón que lleva puesto ella.  Su soterrado fingimiento, su gallardía.  Ayer, con familia y amigos, ella estaba agotada, rendida, su mirada no estaba allí, se iba y de vez en cuando volvía.

Noté que tu te diste cuenta y en un susurro le mencionaste algo al respecto; ella, comedida, te dijo que un poco.  Sufre hacia dentro, es introvertida y generosa para con los de su entorno.
No voy a ver de cerca su pena, ella también se va, por poco tiempo.  Espero que este período pase rápido y así se haga liviano.

Para ti deseo que tus retos y quehaceres amenicen el tiempo y hagan más tenue esta etapa.

Dedicado a Vagner y a Loreto 

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