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De ayer a hoy

Hacía mucho que no contactaba con gente del instituto.  Dos compañeras me encontraron a través de las redes sociales y me alegré mucho aunque tengo que reconocer que al principio me costó ponerles cara.  Reconocí sus nombres y no tuve duda de que estaban relacionadas con mi época del instituto, Almudena García y Silvia Torres. Fue grato saber de sus vidas, ¡como cambiamos, madre mía!  

La idea de hacer una reunión con los compañeros de aquella promoción me pareció al principio algo difícil, sobre todo porque contactar con tanta gente con trayectorias tan distintas iba a ser todo un reto.  

Sin previo aviso mi memoria trajo directamente a Sebastian Bonet.  Volver a aquella época inevitablemente era recordar su nombre, su imagen, su simpatía sus formas, su acento…, alguien con mucho carisma que dejó huella en mi adolescencia.  Sería muy agradable encontrarnos de nuevo después de tanto tiempo.

Nos pusimos manos a la obra y cada vez que una de nosotras contactaba con alguno de los antiguos compañeros la alegría era doble porque de esta manera obteníamos un nuevo buscador.  Así fue creciendo una pirámide y terminamos siendo 21.
Tardamos casi tres semanas en encontrar una fecha que conviniera a todos y, por fin, quedamos para un viernes por la tarde en el mismo parque donde solíamos juntarnos después de clase en aquella época.  

Se acercaba el momento y, mientras me arreglaba, el pánico se iba adueñando de mí.  Nada de lo que me probaba me convencía del todo: pantalones, falda, vestido… al final opté por vestido con zapato bajo, una elección cómoda y perfecta para el plan que había para después de la cena.  Me maquillé en tonos muy suaves, me hice un semi-recogido poco elaborado para mantener un aspecto natural y terminé con algunos accesorios nada llamativos.

Calculé el tiempo del trayecto con la intención de no llegar de los primeros ni de los últimos.  Sentía impaciencia por un lado y cortedad por otro.  Conocía el nombre de la mayoría pero a última hora con el lío de los preparativos no recordaba todos los que íbamos y con mi pésima memoria para los nombres…, temía patinar con alguno.  Me hacía gracia recordar nuestras fotos de entonces, tan felices, tan unidos.  Posiblemente el tiempo borró aquella sensación de equipo y quizá esa camaradería se viera ahora envuelta por una ligera escarcha; ese efecto que no cala pero enfría.

Llegué y los vi allí, en la misma pradera de entonces, rodeada de los mismos bancos, aquello parecía más una imagen recortada de un álbum del pasado.  Sentí como por un momento se me helaba el corazón. ¡Cuanto tiempo había pasado sin embargo! 

Era finales de junio, las clases ya habían terminado y no había mucho movimiento de estudiantes por allí, el parque parecía sólo nuestro.  
Fui templando según me acercaba al grupo y advertí que algunos me reconocían.  No sabía por dónde empezar a dar besos pero vi a Silvia y a Almudena en el centro del grupo sonriéndome con esa satisfacción que nos alegraba a las tres por el trabajo bien hecho y el objetivo cumplido.

Reconocí a la mayoría mientras saludaba, aunque en algún caso tuve que pararme a pensar o me tuvieron que ayudar porque el cambio físico había sido notable.  Marcos, que siempre había sido gordito y fuerte, estaba muy modelado, en su peso justo y el pelo corto con alguna cana sumaba atractivo.  Nada que ver con las rastas de aquellos tiempos.   Susana estaba embarazada de su tercer hijo.  Conservaba la carita de muñeca, se había cambiado el color del pelo y estaba redonda a falta de dos meses para dar a luz.  Fue muy grato verla de nuevo.  Estuvimos más de una hora en el parque esperando a los rezagados como Julio y Emilio Monzón, que habían llamado para avisar que se retrasaban un poco.

Entre el barullo de saludos, exclamaciones me di cuenta de que faltaba alguien.  No sabía si alguien había conseguido contactar con él, a mí me fue imposible.  No me atreví a preguntar, pensé que igual terminaba apareciendo.  Tampoco pregunté por los pocos que aún faltaban.

Fuimos a “Casa Manolo”, barcito de barrio que fue lugar de recreo en aquellos tiempos.  Estaba igual que siempre, ahora pintado de un color más atrevido.  Habían cambiado los azulejos del frente de la barra que le daba un aire más actual.  Tomamos unas cañas mientras intentábamos hablar todos con todos y en algún breve momento conseguimos que hablara sólo uno mientras los demás escuchábamos, pero enseguida surgían de nuevo diferentes conversaciones, unas más altas otras más bajas.

De allí nos fuimos a cenar al hotel donde habíamos reservado un saloncito que estaba relativamente cerca, en la carretera del aeropuerto a diez o quince minutos.  Nos fuimos repartiendo en los coches y algún taxi.  Íbamos cinco en mi coche, pero no recuerdo muy bien la conversación.  Conducía pensando en aquel muchacho especial, su atractivo singular.  Me hubiera gustado verle de nuevo.

La cena fue distendida, se hizo relativamente corta.  Tras los postres algunos se fueron yendo; despedidas de “hasta no se sabe cuando”, “que agradable encontrarnos de nuevo”, otros nos quedamos a tomar una copa.  Pasada la media noche, después intercambiar direcciones y teléfonos de contacto, nos fuimos disolviendo poco a poco, sólo algunos valientes se siguieron para tomar la última al centro.

Después del encuentro mantuvimos el contacto, con más frecuencia al principio y con algo menos después.  Almudena, Silvia y yo si que estrechamos los lazos de entonces y aún nos vemos de vez en cuando.  Hablamos de mil cosas, la familia, el trabajo, aficiones, algún sentimiento.  Jamás he mencionado a Sebastián con ellas.  Fue algo que dolió, que enterré en el cajón de lo olvidado o pendiente de olvidar.  Ahora es distinto, la caja se ha abierto y los recuerdos ya no se dejan encerrar de nuevo, ya no puedo sujetarlos.

Mi vida continúa en la línea de lo establecido pero algo ha cambiado.  Me resulta difícil no abstraerme, no fugarme a aquel tiempo, al que mi memoria me quiera llevar.  Dejar de ocultar sentimientos, de evitar comparaciones y empezar a exigir mi espacio.  Antes no añoraba nada de esto y veo que mi vida se complica.

Una noche, hacia el final del verano estábamos en la terraza de casa viendo las noticias mientras ordenaba una pila de ropa menuda y algo muy fugaz llamó mi atención:  vi una fotografía tipo carnet junto a otra de un individuo esposado con la cabeza gacha custodiado por dos policías vestidos de paisano.  Era él, no me cabía duda.  En cuestión de segundos enfoqué el titular de la noticia y vinieron a mi mente multitud de detalles.  En ese momento me di cuenta de que todo el misterio que entrañaba acababa de derrumbarse y se había roto en mil pedazos.  Ahora entendía su pasado en Francia, su peculiar familia, las escapadas a la casa de Pamplona a mitad de curso.  Nunca quedábamos en su casa para estudiar o para escuchar música, nunca siquiera había ido a buscarle al portal, siempre nos encontrábamos en una plaza cercana.  
Recuerdo que si alguien le preguntaba, él siempre respondía que tenían problemas familiares y habitualmente allí terminaba nuestra curiosidad.

Al reconocer su imagen en la televisión, me fui directa al ordenador para ver la versión online del periódico.  Los titulares explicaban el resto:

Cinco detenidos en el País Vasco y Navarra acusados de financiar a Al Qaeda

  • Se sospecha que los arrestados enviaban dinero a Argelia para la red terrorista 
  • Ha habido detenciones en Irún, Legorreta, Pamplona y Berriozar 
  • La operación, efectuada por el Servicio de Información de la Guardia Civil 
  • Los agentes se han incautado de diverso material informático y documentación 

Vasco Press | ELMUNDO.es | San Sebastián | Madrid
Actualizado martes 27/09/2011 12:20 horas

La Guardia Civil ha detenido en las últimas horas a cinco personas en Guipúzcoa y Navarra acusadas de formar una célula logística relacionada con la red terrorista de Al Qaeda. En concreto, a los arrestados, de nacionalidad argelina, se les acusa de contribuir a la financiación de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).

Dos de las detenciones se han producido en las localidades guipuzcoanas de Irún y Legorreta, otras dos en Pamplona y la última en la localidad navarra de Berriozar.

La operación ha sido efectuada por agentes del Servicio de Información de la Guardia Civil con mandato de la Audiencia Nacional.

Los arrestados son sospechosos de enviar dinero a Argelia que tendría como destino la rama de Al Qaeda que opera en el Magreb africano.

Entre 36 y 49 años 

El Ministerio del Interior ha facilitado en una nota su identidad y su edad, comprendida entre los 36 y los 49 años: Mohamed Talbi, Hakim Anniche, Mounir Aoudache, Abdelghaffour Bensaoula y Ahmed Benchohra.

Según la Guardia Civil, los detenidos tendrían vinculaciones en otros países europeos (Italia, Francia y Suiza) y prestarían colaboración financiera a estas organizaciones terroristas vinculadas a Al Qaeda.

Ahora que conozco su identidad, me pregunto cual será su verdadero nombre.

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