Un caballo y su jinete a galope por el sendero bajo las ramas, sorteando cualquier obstáculo, disfrutando del veloz paseo. Algo más allá de la última curva van aminorando, buscando el sitio idóneo.
Entre ramas y hojarasca alguien se asoma con sumo cuidado. No desea ser visto. Se va acercando con sigilo para observar más de cerca el posible peligro.
El jinete descabalga de su montura. El precioso animal de largas crines negras, brillantes y onduladas queda suelto pastando tranquilamente.
El observador continúa acechando. Ahora el imponente animal se ha convertido en forma principal de la escena y le impide la vista del lago.
Unos tiernos frutos silvestres llaman la atención del caballo que se mueve unos metros para arrancarlos de su arbusto.
Ahora la vista del lago es completa. Sin aliento, el observador se deleita alborozado con la bella figura de sinuosas curvas, el exuberante cabello, los delicados movimientos de la mujer que desnuda, va adentrándose lentamente en las aguas para tomar un baño.
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